SOLAMENTE
(cuento surrealista)

El lugar no es muy grande pero al mismo tiempo habita en la inmensidad.
Mi soledad es interrumpida por rítmicos golpes, aunque tenues, en la puerta. Y entonces, recién entonces, comprendo que el invitado es el amor.
Me encuentro en mi lugar, frente a mi, el invitado.
La casa es casi transparente, como un sueño, se distinguen sobre el espacio oscuro millares de estrellas. Me dice, mientras con lentitud deja la tasa sobre el plato de porcelana y la mesa también transparente: ¿comprendes ahora? Siempre hemos estado aquí, en el centro equidistante de todos los sueños y el hombre. En verdad leo sus labios, pues el silencio del centro no me deja recordar su voz. Comprendo que me he quedado dormido sobre el lino blanco, sobre la madera roja, esperando oír su voz. Y sin más resistencia ahora me dejo caer sin la menor duda hacia el fondo del silencio, hacia la trasparencia que sueña todas las cosas.
Alguien golpea mi puerta. La casa pierde sus límites, el espacio se llena de música.
Jorge Costa
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