PRECIPITACIÓN
El Espíritu pertenece a otro plano, a otra realidad, no es el resultado de la evolución cada vez más compleja de la materia, dando como resultante final el sistema nervioso central del hombre, siendo de la más alta complejidad del Universo capaz éste de desarrollar órganos cognitivos dotados para conocer y representarse en su interioridad, el funcionamiento de los átomos y de las galaxias y su composición. Pero el hombre es poco eficiente para indagarse a si mismo en su interioridad, y mucho menos explotar sus posibilidades trascendentales librando su alma y su psiquismo de las secuelas aún activas en él de la Edad de Piedra, aunque maneje complejísimas computadoras y llegue a escalar a otros planetas. Su forma mental trabaja con los mismos presupuestos de un primitivo, aunque no lo parezca, desplegando un sin número de conocimientos inaccesibles para la mayoría de sus pares contemporáneos. El viejo programa no se desinstaló, resultando de esto la no actualización del “Sentido Superior”, esto no lo puede hacer ni el alma realizada, ni la mente más brillante. Solo el Espíritu que no lo necesita puede hacerlo. Las fuerzas telúricas nunca lo sacarán de ahí, porque éstas sí lo necesitan y del cual se alimentan mutuamente.
Bendito aquel que ha sido
tocado por el Espíritu, y esta dispuesto a morir, si fuera necesario para ser
un nacido del Espíritu. Y bendito aquel que recibe su bendición en la hora
señalada.
Para llegar al hombre con su
fuego el Espíritu se creó a sí mismo una necesidad que no tenía, y fue así que
engendró al hijo del hombre y un hombre capaz de multiplicarse por todo el Universo,
y más allá de él apareció en la
Tierra como un relámpago en la noche, proponiendo nacer por
segunda vez y ser así un nacido del Espíritu, haciéndose hijo real del Espíritu Increado, un Dios Inmortal, capaz de resistir los embates de la Materia-Prisión. Siendo
libre en el amor del Espíritu Increado.
JL.C.
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